HISTORIA DE LA DOLÇAINA VALENCIANA

       

La dolçaina  forma  parte de la familia de los oboes, es decir,  instrumentos de lengüeta doble y, por tanto, cabe buscar dentro de la historia de éstos el origen de nuestro instrumento.

 

La primera referencia escrita sobre el oboe en España, la encontramos en el siglo XIII, en un texto que pertenece a las “Cántigas en loor de Nuestra Señora”, del rey Alfonso X. Aparece clasificado dentro del apartado de los instrumentos de viento “de bufada directa”, junto con otro instrumento denominado xirimia.

 

A partir de esta época (siglos XIII y XIV), los datos sobre la presencia de la dolçaina en España son  ya frecuentes. La dolçaina en esta época pertenece más al ambiente cortesano o culto que al popular. Era indispensable en las fiestas cortesanas.

 

No sabemos como la dolçaina pasa de ser  un  instrumento  culto a  ser un   instrumento popular. Probablemente se convirtió en popular  en la celebración de fiestas comunitarias y en las bodas.  Por otro lado, si tenía un repertorio de carácter religioso, hoy apenas se conoce.

 

La dolçaina valenciana es conocida también por el nombre de xirimita. A las  comarcas del sur dicen xirimita y xirimiter al instrumento y a la persona que hace uso, respectivamente. Si estudiamos el nombre de dolçaina genéricamente, encontramos que podemos separarlo en dos: Dolç-aina, donde la combinación de las dos palabras  hace una buena definición: eina dolça o instrumento dulce.

 

 

 

En nuestra tierra, hace muchos años, la dolçaina y el tabal han estado los instrumentos básicos en las fiestas. Este conjunto musical va siempre delante de todos los actos, siendo su función más importante la de dar el aviso y llamar a la fiesta mediante melodías populares. Pero también, además de esta función, tienen otra no menos importante en las danzas, donde los participantes bailaran a su ritmo.

 

Ha habido dulzaineros muy célebres, como Vicente Montoliu o Pedro Ramos de Tales. Es destacable la importancia que han tenido algunas familias en la conservación y transmisión del mundo de la dolçaina, ya que en éstas ha ido pasando la dolçaina y su conocimiento de padres a hijos.  Como ejemplos podemos nombrar  “Els Claverol de Catarroja, Els Ramos i Montolius de Tales o Els Boronat de Callosa d’En Sarrià”.

 

Actualmente, hay un redescubrimiento de la dolçaina y, por todos los lugares de la Comunidad Valenciana, están apareciendo dolçainers y escuelas de dolçainers, sobre todo gente joven, hecho que asegura la continuidad del instrumento.